Cap. 10: El tiempo

Canción recomendada

El tiempo puede ser un arma de doble filo. Me costó entenderlo, pero ahora sé que puede tener un efecto rebote muy fuerte si no se saben manejar las situaciones.

Ella tenía una intención clara. Sus ojos me miraban con aflicción y soledad. Por primera vez la vi distante. La amable, dulce y tierna Ema se había ido. Fue desconcertante verla de esa forma conmigo. No había tiempo para explicaciones. Sentí que era el final de algo que aún ni siquiera comprendía. Era un adiós sin haberle dicho adiós. No había tiempo para aclaraciones que no buscaba ni quería escuchar. Mis pensamientos giraban en círculos sujetando sus manos. Sabía que eso no haría que mi pánico se fuera. No había tiempo para argumentos que sabía que no iba a querer creer, porque me dolía solo el hecho de que ella se alejara de mí, tomaría distancia y eventualmente esta historia “que nunca pudo ser” quedaría en el olvido. El agobio provocado por el cúmulo de pensamientos que se venían a la mente en ese momento me provocaba asfixia. Sentía que me hundía cada vez que ella me decía “lo siento”. Ella solo seguía pidiendo perdón por algo que no tenía que pedir disculpas. Me sentí un egoísta mediocre sintiéndome morir porque solo podía pensar en mí en ese instante.

– Lo conocí sin pensar que mis sentimientos se verían involucrados. Y aunque sé que no soy correspondida, no me atrevo a no ser honesta contigo. No quiero dañarte, porque sé lo que es estar roto por dentro, y no deseo eso para ti, Alonso. Mereces mucho más, realmente, y yo no puedo ser la persona que mereces, al menos no ahora.

Cuando amas a alguien, te duele dejarla ir. Tuve claridad de mis sentimientos cuando ya era muy tarde. Me tardé tanto en tener certeza de mi amor que ahora ya nada podía hacer. Estaba todo hecho y estaba de brazos cruzados. No sabía bien qué me esperaba o qué me tocaba hacer. Estaba inmerso en mis pensamientos, parado frente a ella, sin articular ninguna palabra.

– Perdóname, Alonso – Ema lloraba.

Precisamente en ese momento no tenía mucha cabeza para pensar en Ema y me sentí culpable después por ello. La dejé y me retiré en silencio. Escuché un par de veces que Ema decía mi nombre, pero no tenía la suficiente valentía para poder hablarle y mucho menos mirarla a los ojos.

Caminé unas diez cuadras por la ciclovía en medio de la pista. Quería encontrarme a mí mismo y tener una respuesta a la pregunta de “¿Qué te toca hacer ahora?”. Sabía que no sería fácil tener esta conversación conmigo mismo, pero necesitaba respirar y ordenar mis pensamientos.

Solo tenía certezas de tres cosas: 

  1. La primera era que Ema se había enamorado, aparentemente, de una persona que no era yo. En ese momento pude comprobar que efectivamente “las palabras hieren mucho más que las acciones”. 
  2. La segunda era que yo estaba enamorado de Ema y que me di cuenta de mis sentimientos muy tarde. 
  3. Y la tercera era que el amor que sentía por Ema no era suficiente para cambiar el rumbo de la situación. Estaba envuelto en un triángulo amoroso que no pedí entrar y no era correspondido.

Mientras caminaba, solo podía pensar en esa historia que nunca se daría entre ella y yo, creando escenas ficticias que solo pasarán en mi mente, mientras escuchaba “Wait”.

***

Los días transcurrían muy rápido y yo no tenía el coraje de poder hablar con ella, a pesar de que ella me buscaba a diario por todos lados: redes sociales, afuera de mi salón de clases, con Daniel, Ana, hasta con Briane. No me perdono hasta ahora que yo haya tomado esa actitud. No fue mi mejor momento como persona, y sé que la hice sentir pésima a Ema. No fue mi mejor momento.

El tiempo, como dije, puede ser un arma de doble filo. Anteriormente yo jugaba en contra. Ahora el tiempo estaba haciendo su trabajo, me estaba ayudando a continuar y dejar el sentimiento ahogante de la situación. El tiempo estaba haciendo su trabajo. Necesitaba un tiempo a solas. Sin nadie a mi alrededor, solo conmigo mismo, permitiéndome, después de mucho tiempo, concentrarme en mis estudios, por más aburrido que pueda sonar. En esta dinámica, los 6 meses no se sintieron como 6 años.

Tuve momentos donde mi estado de ánimo estaba muy bajo. Probé estos encuentros “casuales” con personas. No me enorgullece afirmarlo, pero ayuda mucho disipar tu mente tener una compañía en la que no existe presión por ninguna de las partes. Esta “amiga con derechos” fue un descanso, una salida de toda la situación que aún no quería afrontar. Probar el sexo frío y distante es solo eso, sexo.

Melissa (mi “amiga con beneficios”) justo hoy me pidió ir a su departamento. Al salir de el, caminar un poco y buscar respuestas a muchas preguntas que aún no me sentía preparado para responder, sentí que alguien me observaba.

Alcé mi mirada, y Briane estaba ahí, caminando hacia mí, con su mirada tan fija y sonriéndome.

– Hasta que por fin se te puede encontrar, Alonso. ¿Por qué demonios han desaparecido? 

– Hola… 

– Empezamos mal… 

– No es un buen momento para hablar Briane, no quiero hacerlo. 

– Bájame esos humos, no soy Ema, para empezar. No sé cómo ella ha tolerado tanto de ti. No eres un buen amigo. Mejor que las cosas se hayan resuelto de esta manera. 

– No, Briane, no aceptaré que vengas con aires de grandeza y menos hablar de mí como si yo hubiera sido el “malo de la historia”. 

– ¡Es en serio! Es que no me lo puedo creer. Me estás diciendo que por ser “el hombre” al que rechazaron, ¿Ema, “la mujer”, es la mala de la historia?. Aceptalo, Alonso. Por fin alguien te dijo “no”. Estás tan acostumbrado a ser ese chico “popular”, el que recibe toda la atención de las personas, el que solo puede pensar en él mismo y no le entra en su cabecita que existen más personas y que puedes dañarlas. 

– No actué de la mejor forma con Ema, eso lo reconozco. Pero no necesito esto ahora. Me voy. 

– ¡Claro! Como el niño que lo tiene todo necesita espacio, hay que darle espacio. ¡No, Alonso! Si yo quiero, camino contigo todo el trayecto diciéndote la lista de cosas que te hacen una persona egocéntrica y narcisista. 

– Espera, ¿qué? Briane… ¿Qué te he hecho yo? 

– Claro, “la víctima” se victimiza una vez más. 

– ¡Qué mierda quieres, Briane! – Me exasperó su enojo sin ninguna explicación. Ella se acercó, como un ademán para retarme y al tenerla muy cerca de mí, me miró, y entendí que tenía que besarla. Lo atroz vino después.

Ema, junto a Néstor, caminaba hacia nosotros. Era la primera vez que veía su rostro después de 6 meses, y me vio besando a su mejor amiga. Rápidamente rechacé a Briane, que me miró con desdén después de ello. Estaba atónito, no inmutaba a hacer ninguna mueca. Néstor, siendo el salvador de la situación, aunque no comprendía muy bien qué hacía en medio de esta situación, se acercó para decirme:

– Recuerdas a mi musa, sigo siendo un cobarde con ella. No puedo ser razonable cuando estoy con ella al frente.

Cuando dijo “musa”, sentí que todas las piezas del rompecabezas empezaron a cuadrar y armarse. Ahora tenía mucho sentido todo.

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Publicado por Andy Calen©

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